No sé hacia dónde correr, que obstáculo saltar ni qué camino tomar.
No sé si mi carrera es una maratón, los 100 metros lisos o una de vallas… ni siquiera sé si en algún punto alguien me espera para tomar el testigo y relevarme.
¿¿¿Se puede saber qué le pasa a la vida.??? ¿¿¿No es ya bastante difícil, bastante complicada??? No tengo bastante con el calentamiento global, la situación laboral o la subida de los cereales, no. Aún tiene que ser complicarse más, no sea que me vaya a aburrir un día de estos.
¿¿¿Se puede saber qué le pasa al mundo??? ¿¿¿Cómo demonios sigue girando tan campante, a sus anchas cuando yo me siento trabada en el suelo, anclada en el barro, inamovible??? Si ahora mismo la Tierra se parara en seco, con la velocidad angular que llevamos y gracias a que a Newton se le ocurrió pensar sobre la tendencia de los cuerpos a mantener su estado de movimiento (léase la LEY DE LA INERCIA), sabría a ciencia cierta y sin dudas que saldría catapultada del planeta sin más miramientos ni complicaciones. Se acabó. Qué preocupación más ilusa sería cualquier cosa que no fuera pensar de qué voy a vivir en el espacio exterior.
Y precisamente por esa inercia todo lo que lleva un camino trata de seguirlo… y aparentemente así iba yo.
Siguiendo mi camino pasito a pasito.
Iba pasito a pasito.
Segura de cada pasito.
Pues nada, a estudiar la cantidad de movimiento se ha dicho, porque acabo de colisionar con un cuerpo que no estaba planteado en el principio del enunciado.