sábado, 28 de abril de 2007

palabras inéditas

Esto siempre ha sido una lucha, un "a ver quién llega más lejos, quién es más bueno, quién es el mejor de los dos". No hay cuartel para mí, ni para ti. Aunque probablemente tú no tengas ni idea de que esto siempre ha sido una lucha para mí. Tal vez lo intuías, o tal vez lo notaste alguna vez, pero creo que lo obviaste, que no quisiste aceptarlo. Y así nos fue. Supongo. A estas alturas no tengo mucho más que decirte que todo lo que se me pasa por la cabeza. Son demasiadas cosas que decir a estas alturas y sin embargo siempre estoy alerta por si te encuentro, por si la vida me diera la oportunidad de explicarte o contarte o decirte. Esto es un bache. Y por eso me paro tanto a pensar en cosas que no tienen arreglo ni porqué arreglarse. No me arrepiento de lo hecho, pero sí del modus operandi. Lo siento. Aunque esta frase a tí jamás te sirvió de nada. Siempre que te dije LO SIENTO me quedé con la impresión de hablar con la pared, de que de nada servían mis disculpas contigo. Te sentí como mi verdugo. Y tal vez lo fuiste. O tal vez no, y esa fue mi excusa. No soy fuerte. Pero no me resigno a no serlo. Y eso me está quemando. Siempre me quemó. Y a estas alturas no sé que puedes interpretar si te digo que desde que dejamos de hablar hace dos o tres años (para mí que hace una eternidad, para mí, que no tengo conciencia de tiempo), hasta hace un puñado de días, tal vez dos meses, no me vino a la cabeza el primer recuerdo cariñoso de tí. El primero desde que te dejé. El primero en el que sólo sentí cosas positivas, sin más, sin el típico halo de negatividad que hasta entonces he tenido. Y en ese momento descubro todo el rencor que te guardo. No puedo vivir con esa carga. Y tampoco puedo quitarmela. No sé como se supera esto. Supongo que de a poco (como escuché por ahí). Y es hermoso para mí pensar que desde que te dejé las cosas te van mucho mejor. Y que te van mucho mejor sin mí, que si hoy siguieramos juntos no te sonreiría la vida de esa manera tan buena. Me gusta pensar que yo era tu marfario, tu mal amuleto. Eso me hace sentir libre. Aprendí muchas cosas. He madurado otras. Hoy no somos los mismos. O al menos yo siento que somos dos desconocidos que se guardan mucho rencor, aunque no sean conscientes, o no quieran serlo. Esto es sólo un agujero del que saldré. Pero mientras tanto sólo le doy vueltas a todo y tú, tal vez, seas el cabo suelto que más me pesa. Porque tú, tal vez, seas la persona a la que más daño he podido hacer y al que más siento haber dañado. Aunque a estas alturas para tí sean palabras vacías.

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