No tengo ganas de gritar qué ocurre en mi mente.
Ni siquiera me atrevo a contárselo al espejo.
Para qué rememorar, para qué hablar de lo imposible.
Pero mi pensamiento es traicionero y no puedo controlarlo.
Y tratando de aferrarme a la realidad a veces consigo pensar en otras cosas.
Así puedo vivir mejor.
Empiezo a aceptar que aún no lo superé.
Se dice que el primer paso es aceptar. He aquí mi camino, el que yo elegí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario