sábado, 24 de noviembre de 2007

NOCTURNA

Soy un ángel caído a la espera de un futuro incierto.

Condenado a vagar entre mortales, en las noches mis alas se materializan.

Oteando desde las farolas, posada en los edificios miro y observo a la espera de ti.

Te busco, sin saber porqué, pero esa es mi condena. Buscarte.

No tengo conciencia de otros como yo.

En mi vagar no he encontrado hermanos caídos que aniden en su soledad en las noches. No he visto alas rotas por mi camino ni tampoco vestigios de antiguas pistas que dieran lugar a ese encuentro con mis hermanos de duelo.

Tal vez estoy sola en mi mundo.

Te busco. Y sé que estás. Pero no puedo aparecer en tu vida, debo esperar a que cruces tu senda conmigo. Esperar a verte para tratar de que alces la mirada en la noche y me encuentres.

Sin la luz del sol los sentimientos se elevan hasta la superficie de nuestro ser y te nombro con mi pensamiento, te grito en mi soledad. Siempre te he llamado y alguna vez he creído oír tu respuesta, como un eco lejano, pero latente en mí.

Trato de pasar los días como una más y las noches en vigilia. Sólo me quedan pocas horas para dormir, horas escasas antes de despuntar el alba.

Siento que estás, sé que me has contestado, pero la espera y la atención nocturna empiezan a desesperarme. Hacen mella en mí.

Por eso esta es mi condena: buscarte sin esperanza de que un día vuelvas a mí.

Y, mientras, vago por las azoteas y los tejados, vuelo raso por las calles, descanso en los alfeizares y las farolas, por si cruzaras tu senda conmigo.

Pero no tardes más amor. Esta condena pesa y me queda toda la eternidad para soportar esta carga que me descorazona.

1 comentario:

Anónimo dijo...

apenas leí el escrito me senti conectado con el contenido a veces suelo pensar en ello....